PREPARANDO UN BUEN ADVIENTO Y UN FELIZ FINAL DEL AÑO DE LA ESPERANZA

Carta del párroco a todos los feligreses de Nuestra Señora del Val.

11/24/20253 min read

Queridos hermanos:

Quedan apenas unas semanas para concluir el año 2025, Año Jubilar de la Esperanza. A veces el Señor se reserva algunas gracias —las mejores— para el final, como el vino de Caná. Por eso, sigamos abiertos a su obra en nuestras vidas hasta el último momento. En el camino con Jesús, lo mejor siempre está por llegar.

Esa actitud de apertura encuentra en el Adviento un momento privilegiado. No todo acaba este año, ni se cerrarán jamás las puertas de su misericordia, pero estas semanas pueden ser una oportunidad para renovar nuestra esperanza en nuestro Salvador, Amigo, Señor y Rey: Jesús de Nazaret, nacido de María, muerto y resucitado por nosotros, que nos envió su Espíritu y nos llamó a vivir como hijos del Padre y hermanos en la Iglesia, caminando juntos hacia el cielo.

Para vivir este Adviento con hondura, hay algo esencial: parar del ajetreo y hacer memoria. Los salmos nos insisten en “no olvidar las maravillas que hizo el Señor”, porque recordar su fidelidad sostiene la esperanza. Os invito a orar con el salmo 103: “Bendice, alma mía, al Señor y no olvides sus beneficios”.

Este ejercicio no es sencillo. El mal intenta que vivamos desmemoriados, sin raíces en lo que Dios ya ha hecho por nosotros. Por eso, detenernos estas semanas para orar y reflexionar no es un accesorio, sino parte del camino de la gracia: una gracia que no actúa como magia, sino que afianza nuestro corazón en el proceso mismo de mirar, recordar y llevarlo todo dentro —como María—, especialmente lo vivido este año y en nuestra historia entera.

Para ayudar en este camino de memoria y escucha, os propongo algunas preguntas para los momentos de oración personal durante el próximo Adviento:

1. ¿Dónde he experimentado —en mi interior o en mis relaciones y vivencias— que Dios me ha sostenido y ha mostrado su fidelidad este año?

2. ¿En qué momentos mi esperanza se ha debilitado y qué heridas, miedos o cansancios se revelaron entonces en mi corazón?

3. ¿Qué situaciones, personas o palabras han encendido en mí una esperanza nueva o inesperada?

4. ¿Qué pasos pequeños o decisiones firmes he dado —o qué llamadas interiores he escuchado— hacia una vida más confiada, libre y abierta a Dios?

5. ¿Qué me ha revelado el Espíritu Santo este año sobre lo que significa: “en mi fragilidad me haces fuerte”?

6. ¿En qué lugar de mi historia siento que Jesús desea entrar ahora, al terminar este año jubilar?

7. ¿Qué gracia concreta me atrevo a pedir al Señor para comenzar el nuevo año con un corazón más esperanzado?

No hace falta responderlas todas; basta con que alguna toque tu corazón y te ayude a dialogar con Dios. Sería hermoso que, en las próximas semanas, algunos grupos de fe, matrimonios o entre hermanos de la comunidad pudierais compartir en confianza el fruto de estas reflexiones, dando gracias a Dios y dándoos también gracias entre vosotros.

Para concretar todo esto, os invito en este adviento a escribir una carta de acción de gracias a Dios Padre, por medio de Jesús, por este año y por vuestra propia vida. Demos gracias a Dios por lo recibido este año de esperanza a través de nuestra comunidad y de los rostros concretos —catequistas, sacerdotes, hermanos— con los que Él ha actuado.

A veces dar gracias se hará difícil, sobre todo si este año hemos vivido acontecimientos tristes o dolorosos, como el fallecimiento de un ser querido. Pero en vez de terminar el año pensando: “qué año tan horrible”, podemos decir: “¡gracias, Señor!, ¡cuánto me has sostenido y fortalecido!” Como explicaba Benedicto XVI, hay 3 lugares especiales donde brota una esperanza especial: en la oración, porque cuando nadie me escucha Dios siempre me escucha; en el sufrimiento porque Dios nos hace fuertes en él; y en el juicio final de su amor, porque sabemos que su amor vencerá al mal, a la injusticia y a la muerte.

Para ayudaros en todo esto, el 20 de diciembre, desde la Misa de la mañana hasta las 14:00, el Santísimo estará expuesto en la capilla. Os animo a pasar un momento ante el Señor, ese día u otro, para darle gracias y leerle en privado la carta que hayáis escrito, o para terminar de hacerla allí mismo. Además, durante esa mañana, los sacerdotes estaremos disponibles para confesar a quien lo desee.

Sin tiempos de silencio, escucha y vela del corazón es casi imposible recibir lo que Dios quiere darnos. No se trata de cumplir por cumplir, sino de ofrecerle con sencillez el fruto de este camino. Bajemos la velocidad en este adviento: menos viajes, menos ruidos, menos redes y más silencio, más lectura, más escucha, más oración… para esperar contra toda esperanza la venida de Jesús.

Que María nos acompañe con su fe hacia su Hijo en este Adviento. Que la paz de Jesús llene vuestro corazón.

Vuestro párroco,

p. Nacho

P.D. Como ayuda totalmente opcional para quien quiera profundizar más, os recomiendo el programa que grabé para Radio María, Izando las velas, disponible en su web (https://radiomaria.es/feed/podcast/izando-las-velas/) y en Spotify. Quizá puedan acompañaros en este discernimiento de final de año, con toda libertad.